15 de enero de 2011

Days under the umbrella: Prologo

Yacido en el suelo, con un cansancio arrasador, y las heridas sangrantes que rodeaban todo su cuerpo, Aurelio dentro del fango veía a esa figura malévola acercarse paso con paso hacia su posición.
      La lluvia que con paso apresurado, lo tocaba como si miles de clavos perforarán su agonizante cuerpo, el pobre Aurelio, herido por la espada de una guerra sin sentido, empezó a recordar aquellos momentos felices que vivió con su amada, recordando a la vez y con dolorosa amargura la promesa que jamás pudo cumplir.
      Entonces, aquella figura maldita, pelo rubio, de apariencia juvenil, unos ojos azules como el mismo cielo, sosteniendo una gran espada en llamas y postrándose con sus alas sangrantes, vestido de una sotana azul marino con una gran cruz grabada en esta, aquel ser que desprendía la muerte en nombre de dios, y que puso en tal predicamento a Aurelio, lo vio con una sonrisa malévola y en tono burlón se dirigió a él.
-         Vamos pedazo de basura, ya no puedes continuar, en serio das lastima, tu un siervo de dios cayendo tan bajo por proteger a la escoria humana, no te das cuenta que nosotros somos la evolución de esa falla, no te das cuenta que puedes lo que quieras y aun así prefieres dar la vida por esas abominaciones.
-         ¡¡¡¡¡¡CALLATE!!!!!!
       Aurelio se levanta con una rapidez excepcional dirigiendo un golpe, pero lamentablemente es detenido fácilmente por aquella bestia, debido a la gravedad de sus heridas. Entonces aquel ser lanza un puñetazo en su estomago. Aurelio con la falta de aire que le provoco aquel golpe vuelve a caer a la fangosa tierra en medio de la lluvia en sollozas lagrimas, entonces la bestia vuelve a dirigirse a él.
-         Ja! Mirate ni siquiera puedes levantarte y piensas que con tal tontería me vas a derribar, como es que tu conseguiste el poder de un Sefira, si ni siquiera puedes resistir al propio peso de tus heridas. Ese idiota de von Kravick. No puedo creer que le otorgara gran poder a un chivato como tu.
-         ¡NO ME VENGAS CON ESAS IDIOTECES! Alexander cof.. te dices un siervo de dios, cuando eres una abominación creada por aquel que llamas idiota.
-         Yo una abominación, no te das cuenta del poder que hemos conseguido, estamos en la escala de lo divino, nosotros ya no somos parte de este mundo terrenal…
-         Cierra el hocico animal inmundo, lo somos, lo seguimos siendo y lo seguiremos siendo, somos humanos, y ni los experimentos que están en nuestro cuerpo no nos han quitado la humanidad que nos queda, por eso sigo peleando por defender a los nuestros.
-         Los nuestros, Ja, aquellos que te maltrataron y que te dijeron monstruo solo por que no pudiste defender a una pobre chica que…
-         ¡No la metas en este asunto!- Dijo con un sonoro estruendo, entonces Alexander Friedrich, se vuelve a dirijir a él en tono de burla.
-         Que no la meta a ella, una simple humana que sacrificó su inútil vida por una basura que ni su tiempo merecía, que se sacrificó por amor, blablabla. Vamos aun crees que ella lo hizo por ti, morir. No, fue por terminar su misión, al igual que yo como acabare contigo, lo demás fue solo el fuego cruzado de la batalla.
Gritando en sus ahogadas lagrimas, Aurelio exclama
- Cállate, cállate,  cállate,  cállate, cállate .

-         Jejeje (con una sonrisa perturbada en su rostro), pues bien ya es mucha platica, es hora de acabar contigo, si ya acabe con tus armas, esto será pan comido. Bien Auri, como dicen en algunos, los negocios deben ser rápidos y concisos, creo que fue un gran disgusto conocerte, ya ni tu, ni tus camaradas podrán detenerme, a si, por cierto, saluda a von Kravick de mi parte cuando lo veas en el infierno.
     Entonces sosteniendo su espada resplandeciendo con sus flamas rojas como el infierno mismo, Alexander decidió asestar el golpe final que acabaría con la vida de Aurelio de un certero espadazo. Aurelio viendo los momentos de su vida pasando por su mente, se rinde ante los estigmas de su pasado, dando por hecho que todo esta perdido. En ese momento simplemente decidió ya no mover ni un dedo para defenderse, ya no le importaba. Entonces Alexander hace su movimiento y se escucha el sonido de la carne siendo atravesada por el metal, y se oye un gran grito de dolor.

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